El dolor inacabable gutural frío de máscaras
he salido con los ojos manantial sangriento de la gata
ella padece ajena el dolor matinal de la hojarasca
salvajemente desnuda, muro de barro perdido
al descuido del volcán y las palabras.
He quedado donde la llama enceguecida
desterrada de la sustancia inanimada de la lámina
tenía lamentos detenidos entre orugas
el vientre desatado y las entrañas amargas
mientras llovía sobre la mañana
Imploré de la catástrofe su navío descalzo
navegante de espuma, trigo arrecife en estrecha enramada
bronce de bruces y calor incesante
Imploré por la herida tropical del veneno
mientras caian manos desprendidas del aire.
El mundo dispararon contra mí
la confusa carretera enmarañada
la orfandad peligrosa con sus copas delgadas
el escombro metálico de los hombres rasgados.
Me detuve y ardían los cerezos abiertos
una mujer temblaba.
Multiplicaban sombras entre cántaros de piel
araban desafiantes esqueletos y espinas
nadie daba la frente resbalosa y sembrada
para ser los recuerdos mas vivos de la trama.
Cedí el paso al caracol emergente, estupefacto
el sótano desaparecía con los niños apurados
estaba la habitación con tigres iluminados
precipitando luna sobre cartones manzana.
Llueve
pero nadie ha dicho nada.
de Laura Inés Martínez Coronel
Do caracol emergem jatos de sangue luminosos como fogos de artifício
seguindo à risca os lampejos das cavidades arredondadas
do casulo de pedra da lesma
semre igual a ela mesma
tranquila!
de Luiz Feranando Gaffrée Thompson
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