Pues dí palabras de pecho abierto palabras solo de escombros todos como de muerte naciendo
pues dí yo no estuve ahí quédate con los corredores piedra moribunda agujero de incendio
sombrío estallido de fuego con tu bata ajena y los pies desnudos con el vientre abierto
pariéndome
dí luego que el cemento destroza la emperatriz desangrada después de medianoche
el frío de la pared la niña existiendo con boca de pez en los pechos
vuelve a la semilla fria de tu frente arada por el rápido sueño del barro ileso
donde tu pueblo de mármol es agujero de hierro
ya no me importa tu cobarde pesadilla ferroviaria ni el olor ronco del esqueleto
como que te destruiste entre mis manos
como que eres la legión de los sepulcros el río de rodillas los cuchillos del preso
oigo las llaves quejidos en el piso oigo los candados de tu cuerpo
te apagas te enciendes en la pulpa angosta del semen hasta el medular terciopelo del cielo
pues dí que no eres ni siendo.
Hoy escupí las cenizas perdona aquí no hay océano
de mí no conoces ni el ojo postrero en la lluvia ni la ceguera líquida del suelo
de mí nunca tuviste una célula húmeda ni un dedo espantado o cabeza en el poste
para enseñar a los ejércitos grises de tu plaza de pueblo
escucha como camino sobre la hojarasca diciéndote adiós
todo sucede en el mismo día en que te encuentro o sea nunca escucha el follaje del misterio del reloj
me separo de tu espalda y en silencio regreso a mi primer murmullo placentario
nosotros no existimos en nosotros desborde involuntario de puentes y felicidad olvidada
dí que nunca más brotarás expulsado de los ojos y yo seré en otro cuadro la imágen
en otro espejo silueta que cae en el viento textura de pentagramas ahora naufragio
mañana todo lo que soy , sal, lengua de agua, arboleda crepuscular, sueño alcalino ácido alfabeto
mujer naciendo desde mí otoño tumoral cajón de construcciones procreadas
dí nada de todo
yo ya he salido
escucha el grito del amor que no te pertenece
sordo quedarás pero este piano de luna hambrienta y gigante
solo dice lenguajes prohibidos.
de Laura Inés Marínez Coronel
O sangue escorre da terra molhada
roda endinheirado em volta da espiral de cores iluminadas
desce resplandescente por àngulos de carne humana
encharca o púbis de homens eretos e de mulheres tontas
As lágirimas e os pelos e as penugens rodopiam dentro do vento de outrono
sob o cálido sol que cresta a terra do Nordeste
sobre as águas sedentas das margens dos igarapés modorrentos.
de Luiz Fernando Gaffrée Thompson
Nenhum comentário:
Postar um comentário