Laura Inés Martínez Coronel:
la que era antes en aquellos días de cuerpo incierto
con cierta dureza ondulante cual río flexible
en noches de furia apagada y llovizna de espejos
gastaba dichosa las extrañas espadas de los bares
era un fantasma urbano de cobarde agricultura
mis amigos eran escultores pintores filósofos poetas
mis amantes eran muertos de costumbres implacables con obediencia indebida
desaparecían oscuros en la temible madrugada de la luz
mi distraída muchedumbre intercostal los olvidaba en el instante marmóreo indiscutible
donde mi cuerpo ardía
la que era antes estaba aún mas delgada que ahora en que peso exactamente lo que la balanza impone
aunque algunos elefantes me confunden con mariscos
navego si pero soy un pez vivo y un coral que grita
dormía en las estaciones salvajemente unida a las catástrofes
tomaba mucho café y me seducían los amplios ventanales llenos de pianos y palabras
abría la puerta de mi casa con olor a cortinas encendidas
y subía la música hasta despertar árboles giratorios con medusas interiores
la que era antes se abrazaba a escaleras ruinosas a derrumbes a malos amores a hombres muy pequeños e ilustrados
le gustaba visitar cementerios y paladear fantasmas hasta el sueño
nunca cerraba la puerta muchas veces bastaban las luciérnagas para ver algo de luz
solía celebrar la ceguera y guardar relámpagos
Hoy estoy viva en otra luna viva como nunca viva
como águila perpetua como sangre ilesa como mundo abierto
no entiendo tantas preguntas tantas sobre cosas que son mías
como los interiores del castillo transilvánico o los cuadros del paredón ausente
nadie conoce nada salvo tú que sabes que existo salvo tú que puedes existirme
nadie entiende de mis largos viajes en escombros por dentro mirando apenas la ciudad inundarse
nadie dice adiós en los volcanes de de la canción viable
que oscuramente surge para ser todos los sacramentos en un nombre
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